A finales de mayo de 2012, el primer ministro italiano Mario Monti propuso prohibir todos los partidos de fútbol en el país durante varios años. Esta declaración dejó a todos los fanáticos del fútbol italiano en estado de shock, porque tal experimento podría acabar con este deporte en Italia.
Esta sensacional declaración está relacionada con los numerosos escándalos en torno al amaño de partidos, que han ensombrecido al fútbol italiano durante varios años seguidos. En tales juegos con un entrenador, un jugador o varios miembros del equipo, acuerdan de antemano un determinado resultado del partido. La mayoría de las veces por una cierta cantidad de dinero.
Solo en el último año, más de 30 personas fueron arrestadas bajo sospecha de organizar tales partidos, y los investigadores del caso revelaron resultados sospechosos de 33 partidos. Es de destacar que las sospechas anteriores recayeron sobre los jugadores que participan en los equipos de la división inferior.
Sin embargo, recientemente, los participantes en los partidos de arreglo han sido identificados en la selección italiana. Otro escándalo tuvo lugar una semana antes del Campeonato Europeo de Fútbol de 2012, celebrado en Polonia y Ucrania. Esta vez, dos jugadores de la selección italiana cayeron bajo sospecha a la vez: Dominico Criscito, que juega en el Zenit St. Petersburg, y Leonardo Bonucci. Después de lo cual, por supuesto, fueron expulsados de la selección italiana.
Los representantes de los medios italianos creen que la situación del arreglo de partidos puede llevar al hecho de que algunos equipos italianos pueden perder sus puntos en la lucha por el campeonato, así como ser transferidos a divisiones inferiores. Una situación similar ya ocurrió con el club de fútbol "Juventus" en 2006.
Según Mario Monti, la prohibición de los partidos de fútbol en Italia durante 2-3 años ayudará al país a sobrevivir al escándalo de amaño de partidos. Y también para evitar la situación en la que el fútbol se convierte en una forma de ganancia fraudulenta. Tal propuesta es solo de carácter formal, expresando solo su opinión sobre la situación actual del fútbol.
Sin embargo, los jefes de los clubes de fútbol se mostraron hostiles a la declaración del Primer Ministro. En su opinión, tal medida no solo podría dejar sin trabajo a muchas personas asociadas con este deporte, sino que también arruinaría por completo el fútbol italiano.