Ser anfitrión de los Juegos Olímpicos modernos está plagado de complicaciones y costos financieros colosales. En la ciudad donde se llevará a cabo la competencia, es necesario construir nuevas instalaciones deportivas, o modernizar las existentes, y al nivel más moderno. Sin embargo, las ciudades que desean albergar los Juegos Olímpicos son infinitas. ¿Por qué está pasando esto?
Los competidores deberán construir una Villa Olímpica, nuevos hoteles para turistas y centros de prensa para los trabajadores de los medios. En la mayoría de los casos, es necesario ampliar la capacidad de la red de transporte, garantizar la seguridad de los participantes en los Juegos Olímpicos, etc. Todo requiere una gran inversión. Por último, a la hora de celebrar algunas competiciones (por ejemplo, maratón, marcha, ciclismo) es necesario bloquear parte de las calles para vehículos y peatones, lo que genera una dificultad considerable para los vecinos y visitantes de la ciudad. A pesar de estos costos, las ciudades se benefician significativamente de los Juegos Olímpicos.
No se pueden descartar consideraciones de prestigio. La recepción de los Juegos Olímpicos es un gran honor tanto para todo el estado como para la ciudad donde se llevarán a cabo.
Además, los Juegos Olímpicos son un gran cebo para los empresarios que trabajan en el campo de la publicidad. Después de todo, la competencia será vista no solo por aquellos espectadores que están directamente en los estadios, sino también por cientos de millones, ¡incluso miles de millones de televidentes! Esta es una audiencia colosal de compradores potenciales.
Los espectadores turísticos que acudieron a los Juegos Olímpicos gastan mucho dinero durante el período de los juegos, comprando comida, bebidas y souvenirs, utilizando el transporte local, cibercafés, etc. Al menos una parte de estos montos permanecerá en el presupuesto local. Además, los residentes e invitados de la ciudad utilizarán las nuevas instalaciones deportivas, hoteles, carreteras y otras instalaciones olímpicas.
Finalmente, los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar literalmente pueden dar nueva vida a la ciudad e impulsar su desarrollo. Son capaces de traer cambios dramáticos en literalmente todos los aspectos de su vida, aumentar la afluencia de turistas extranjeros. Un ejemplo clásico es Barcelona, que, tras los Juegos Olímpicos de 1992, se ha convertido en un balneario de clase mundial: el número de personas que desean visitar esta ciudad a orillas del Mediterráneo ha crecido varias veces a la vez.